sábado, 27 de octubre de 2007

MAURICIO BABILONIA



La soledad se manifiesta de diferentes maneras dentro de la misma familia. Úrsula se aísla en la decrepitud de su vejez y ceguera. Meme se hunde en una soledad profunda al volverse loca a causa de su novio clandestino, Mauricio Babilonia. José Arcadio Segundo se aísla en el silencio del taller, interrumpido sólo por las entradas y salidas de su madre, Santa Sofía de la Piedad. Sea como sea la soledad de cada personaje, hay un elemento común a todos los tipos de soledad, que es la imposibilidad de compartirla debido a su naturaleza insolidaria. Petra Cotes y Aureliano Segundo se lamentan de “cuánta vida les [ha] costado encontrar el paraíso de la soledad compartida” viii y después de tanto buscar, siguen estando solos individualmente por lo insondable y profunda que es la soledad. Está tan arraigada en las generaciones de los Buendía que terminan aceptándola, e incluso prefiriéndola a la solidaridad. Un gran ejemplo de esto último es Aureliano, que durante su niñez “parecía preferir el encierro y la soledad, y no revelaba la menor malicia por conocer el mundo que empezaba en la puerta de la calle

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